Si la figura alcanza su detalle en el retrato, en Favila se aprecia el alma de sus personajes.
La vida en las bulliciosas calles, los mercados, la mar o el carnaval, son protagonistas activos de sus telas: pescadores, titiriteros, músicos o artesanos, conforman al mismo tiempo retratos nominales y anónimos.
La herencia de la pintura asturiana se hace evidente tras la impronta de Nicanor Piñole, Mariano Moré se percibe en sus romerías y el manejo del color, la textura y la composición de Telesforo Cuevas late en la arquitectura popular de sus quintanas.
Sus trabajos en espacios abiertos, como la Plaza de toros (Oviedo), o los lugares de culto, como la cúpula de las Iglesias del Cristo (Oviedo) o de la Virgen de la Luz, muestran su forma enérgica de afrontar obras de grandes dimensiones resolviéndolas con maestría.